Raquel López y Dani Pavón
Alguien dijo una vez "el tiempo pasa volando...", ¡cuanta razón tenía! Estuvimos colaborando en Perú con el Instituto. Una experiencia de la que guardamos muy buen recuerdo.
Alguien dijo una vez "el tiempo pasa volando...", ¡cuanta razón tenía! Ya hace ocho meses que dejamos atrás las tierras arequipeñas (Perú), dónde estuvimos colaborando con el Instituto. Una experiencia de la que guardamos muy buen recuerdo.
Nuevamente hemos tenido la oportunidad de vivir una experiencia similar, ésta vez en Cali, Colombia. Durante un mes hemos estado apoyando en la Granja Escuela Miravalle. Se trata de un centro de Educación Primaria, ubicado en un privilegiado entorno natural, y creado con el objetivo de ofrecer servicio a niños y niñas con elevado riesgo social (desestructuración familiar, desatención, malos tratos...) del humilde barrio de Siloé.
Aquí hemos vivido unos días cargados de emotividad y repletos de grandes momentos. Cada mañana los niños nos esperaban con una alegría desbordante y una energía inagotable. ¡¿Cómo no íbamos a empezar bien el día así?!
En este mes, nosotros hemos intentado reforzar sus áreas de trabajo diarias, mediante el soporte en Educación Física y en Psicopedagogía, e introducir talleres lúdico-recreativos, realizando juguetes reciclados, actividades cooperativas... Además, y como aporte personal, les hemos obsequiado con un conjunto de juegos de mesa reciclados, que esperamos ayuden a fomentar sus competencias sociales, su conciencia ecológica... o que simplemente les sirvan para disfrutar del juego (que es lo que en su edad también les toca).
Ellos, a cambio, nos han recibido con gran entusiasmo y nos han transmitido una gran dosis de afecto con sus miles de besos y abrazos diarios. Y han recompensado nuestra dedicación y trabajo con el que, a nuestro parecer, es su bien más preciado: sus inacabables SONRISAS.
De aquí nos vamos con una doble sensación: con la pena de dejar atrás éste rinconcito de mundo y su encantadora gente y, por otro lado, con una elevada carga de energía positiva y un montón de recuerdos inolvidables.
Nuestros más sinceros agradecimientos al Instituto, por brindarnos esta gran oportunidad; a todo el personal de la Granja Escuela Miravalle, por hacer nuestra estadía más cómoda y agradable; y en especial a dos personas difíciles de olvidar: la Hermana Santa y el Padre Sebastián, por su gran humanidad, esfuerzo y dedicación en todo este proyecto y por su enorme amabilidad con nosotros.
"La sonrisa es como una gota pequeña, pero en esa gotica cabe el mar"