Infancia
María Gay Tibau nació en Llagostera, en un ambiente socio-político perturbado por la guerra de la Independencia. La villa había sido ocupada por las tropas napoleónicas. Durante su gobierno lo destruyeron todo, se incautaron las cosechas, quemaron el juzgado, parte de las masías y trataron de destruir la iglesia parroquial. El pueblo quedó desierto ya que sus habitantes tuvieron que huir por las montañas y a otros lugares para salvar la vida.
Tras derrotar a los franceses, en 1814 los habitantes que habían huido vuelven a sus casas, encontrándose en la miseria. Pero la familia de María Gay Tibau aún era más desafortunada; al año siguiente, en 1815, María quedaba huérfana de padre, antes de nacer su hermano, teniendo su madre que ocuparse del sustento y de la educación de sus dos hijos: María y Pedro.
En la familia se vivía una piedad sincera pero profunda con los rezos propios de la época, y además recibió las enseñanzas del catecismo de mano del cura párroco. La vida de María trascurre con sencillez y silencio al lado de su madre y de su hermano. Ya mayorcita se ocupó en los quehaceres domésticos y de ayudar a su buena madre.
Estancia en Gerona
En el verano de 1850 su madre enfermó gravemente y tubo que ser trasladada al hospital de Girona. María la atendió con solicitud y cariño, pero pocos días después de su ingreso, el 23 de octubre de 1850, falleció en el mismo hospital. Después de esto, María se instala en Girona y decide ir a vivir con la familia Ros Llausas, ayudando a la señora Concepción Llausas en el cuidado y educación de sus cinco hijos. Aquí continuó cultivando su piedad, su amor a Dios y a los enfermos. En 1851 entró a formar parte de la Tercera Orden Dominicana, donde profesó como Terciaria.
María alternaba su trabajo doméstico con la atención a los enfermos, que llegaban a la casa del doctor Amerio Ros. Ella les recibía y escuchaba atentamente sus necesidades para pasar después al médico toda la información recibida.
Años más tarde asistió a los enfermos de la Cofradía de la Purísima Sangre, por pertenecer a la misma. Este trabajo duró 20 años, tiempo en el que María fue madurando en su interior lo que Dios le pedía: fundar un instituto religioso dedicado al servicio de los enfermos. Este proyecto fue impulsado por los habitantes de Girona que solicitaban sus servicios.
Obtenido el consentimiento de la familia a la que servía y amaba, decidió entregarse de lleno a Dios en el servicio a los enfermos y pronto otras jóvenes que sentían el mismo ideal se le unieron, siendo Carmen Esteve Andoca su primera colaboradora.
Fundación
En la Vigilia de San Pedro de 1870, María y Carmen comenzaron en forma asociada la asistencia a los enfermos con el fin de servir a Dios dándole gloria por medio de la oración y la caridad. Y así se inició el Instituto de las Hermanas de San José, dedicado a la asistencia de los enfermos.
Sus cualificados servicios pronto se hicieron notorios en toda Girona y en seguida empezó a crecer el número de jóvenes que animadas por el mismo espíritu pedían ingresar en la naciente Congregación. El grupo de María y sus seguidoras recorrían de día y de noche las calles de Girona para asistir a los enfermos, en quienes veían al propio Cristo. Compartían las horas de dolor en los hogares y aliviaban el sufrimiento a los enfermos y a las familias.
Como la fama de caridad y fortaleza de María se seguía extendiendo, el 12 de julio de 1872 el obispo de Girona, don Constantino Bonet, les hizo entrega de un Reglamento interno. Eran tiempos difíciles y estaban prohibidas las asociaciones religiosas, perseguían también a los sacerdotes y algunos fueron encarcelados. María Gay y varias compañeras "para salvar la asociación" hicieron su profesión en la Tercera Orden de San Francisco.
En 1876, como la casa donde habitaban era pequeña, se trasladaron a otra más grande que sería y es la casa-madre del Instituto.
En 1880, don Tomas Sivilla, nuevo obispo de Girona, les permitió inaugurar el noviciado. Allí se formaban las nuevas candidatas en la vida espiritual y apostólica de la Congregación. María Gay Tibau era la Madre y maestra espiritual de todas.
Primeros pasos
La comunidad inicial se iba haciendo cada vez más numerosa, y comienzan las primeras fundaciones del Instituto en otras localidades, para poder asistir a más enfermos.
En 1879 se instalaba una comunidad en el pueblo de La Bisbal para velar enfermos a domicilio; y al año siguiente, el ayuntamiento de Banyoles, sabiendo de la incuria que padecían los enfermos de su hospital, solicita hermanas para cuidarlos, fundándose así en 1880 aquella comunidad. Este es el primer hospital confiado a la Congregación.
En adelante, asistirán a los enfermos tanto en sus propios domicilios como en los hospitales. En 1881 otra comunidad se hacía cargo del hospital de Lloret del Mar, también a petición del ayuntamiento. Nuevas fundaciones en Torroella de Montgrí en 1882, en Sant Feliu de Guíxols y en Blanes, ambas comunidades en 1884, quedaban en lista otros hospitales.